Golpe de Agua

Blog autobiográfico, autónomo y automata.

10.31.2006

No jodas

No hables.
No de poesía
citando reflexiones
que hicieron 200 burgueses
durante cuarenta años.
Me cansé de las odas griegas
y cómo el romanticismo
cambió la lírica por paisajes
cubiertos de palabras como
tiniebla, oscuridad y abrumante.
Volvé a las palabras mismas
sin tanto adorno,
decilas crudas,
de frente.
Contá sobre Rimbaud,
que escribió un libro
y se metió en la selva
para no ser masticado.
No me digas que soy oscuro,
nací en un país en guerra
y me crié tratando de entender un pasado
lleno de espacios en blanco.
Las palabras más comunes son
te están cagando,
ese es choro
y cuidado si caminás solo.
No hables.
No de poesía.

10.26.2006


Remate literario

Vendo poemas
pata muslo
colillas aplastadas
y orgasmos digitales.
Permuto cuentos
por sueldo fijo
o conciencia limpia
al mejor postor.
Oferta sin obligación
de lectura.

Verte así

Un cuarto que se achica
encierra una cama
descubierta
por la ventana.
Asoman sus pies
por debajo,
prende un cigarrillo
y fuma poseída
dejando que el ventilador
seque su piel
cubierta de sexo.
Lo complicado de cogerte
es ese segundo
después de hacerlo.

10.20.2006


Cañada

Sujeto al cordón
hay un río
bajo sauces.
Un pueblo viejo
cubierto de jóvenes,
pasajero
constante
de una ciudad
agitada los domingos.

Hasta luego

En esta tierra
cubierta de soja
alquitrán
e historia,
di pasos largos.
Suena un timbre,
a los costados
extraños viajantes.
De esta tierra
donde conocí a mis padres
y ellos
a sí mismos,
parto con esperanzas,
viajo hacia recuerdos
que me harán extrañarte.

10.14.2006




Mates dulces

Teresa detuvo el péndulo del reloj antes de las siete de la mañana. Cubrió las fotos de la sala con sábanas y paños que encontró en el tercer cajón de la cocina, al lado de la heladera. No me acuerdo bien de dónde salió esa manía de ocultar la cara del recién fallecido, de no verlo en papeles, la verdad, eso me parece un poco absurdo, pero cada cual enfrenta este momento como puede.
Una vez escuché decirle a un escritor cordobés, que casualmente fue mi profesor en la universidad, que en mis cuentos siempre los personajes se morían al final; acaso eso no le sucede a todos, digo, acaso no todos debemos morir al final. Odio la muerte, la odio porque le temo. Le temo porque la desconozco. Lo único que sé, con certeza, es que de allá nadie nuca volvió; con esa presentación para no odiarla.
Después de que Teresa tapó todas y cada una de las fotos de la casa, comenzaron a sobrevolar los buitres de los velorios: nueve viejas con un fuertísimo olor a crema Sapolán Ferrini llegaron desde toda la historia de la difunta para recorrer una y otra vez el cajón, rezar, anécdotas en blanco y negro, tomar té, café y repetir cien veces lo mismo “Ahora que el Señor se la llevó, va a estar mejor, no va sufrir más”. ¿Quién podía saber con seguridad eso? ¿Cómo todas esas voces roncas, quebradizas, podían pronunciar verdades tan absolutas? Ella estaba mejor ahora, muerta. No creo que nadie pueda estar mejor muerto que vivo, o darse el gusto de asegurarlo con tanta crema en la piel.
Cuando el festín de anécdotas y plegarias terminó, mejor dicho, cuando el dueño de la funeraria se acercó al hijo mayor de la difunta y le susurró “Es hora de llevarla, tenemos otro velorio a las 8”, Teresa (que hasta entonces se había negado a entrar a la sale donde las viejas rodeaban el cajón) comenzó a llorar desconsoladamente pidiendo que la dejen un ratito más con ella. Se acercó despacio, parecía que el tiempo se congelaba a cada paso que la ponía más cerca de su madre fría. Le besó la frente y dijo algo en su oído, después comenzó a llorar de nuevo, esta vez con más fuerza, con más angustia, se podía decir que ese llanto se escuchaba en cada sala velatoria de Córdoba, pero no puedo confirmarlo, no estuve ahí para oírlo.
La tarde pasó entre café y masitas secas, algún que otro ataque de llanto y dos llamadas sin contestar al teléfono de Teresa. Estaba completamente desbastada. Cuando llegó a su casa se desvistió e inmediatamente se metió en la cama, no pudo dormir durante las tres primeras horas hasta que un cóctel de Prozac, Valium y té de tilo le cerró los ojos lo suficiente para descansar a la fuerza.
A las cinco de la mañana Jorge, el esposo de Teresa, se levantó asustado de la cama. La muerta en cuestión le había hablado en un sueño, le pedía una grande de mozzarella, tres vasitos de Fernet con Coca y la estampilla de la Virgen María. Al borde de la cama, transpirado desde la calva hasta los juanetes, Jorge tanteó entre las sábanas a su mujer pero no encontró otra cosa que un lugar tibio y vacío, un ruido nacía en la cocina, subía las escaleras y se tropezaba de frente con el sistema nervioso de Jorge. El choque producía un salto inmediato y salir corriendo a encontrar el origen de tal sonido aterrador. Bajó los escalones de a poco, como los bajaría cualquier mortal a las cinco de la mañana en invierno, giró a la izquierda en el baño para caminar por el pasillo hasta encontrar la cocina y quedar petrificado.
Teresa había dormido, de muy poca gana, hasta las 4:45 de la mañana. Se despertó y para enfrentar el insomnio decidió bajar a tomar unos mates en la cocina, fue entonces cuando le atacó el llanto. Estaba arrodillada en el piso de la cocina cuando la vio su marido. En una mano sostenía la pava y en la otra un mate que no pasaba de las tres cebadas. Nunca volvería a tomarlo amargo, eso le recordaba a su madre y prefirió tapar sus fotos así.

10.06.2006



Escuchaba “Lili Marlen” de Milva, un tango alemán que juega entre redoblantes militantes y un piano ácido. Creí que volvía de alguna calle moribunda bajando por esa colina que en mi imaginación esta cerca de “El Cuadrado” en las sierras de Córdoba, pensé en todos aquellos que sí bajaron, en sus rostros sucios de tanto tiempo sin ver más allá de la cerca, en los burgueses que no quisieron oler la hipocresía de la vida.
El tango de Milva termina con aviones, bombarderos sobre la cabeza. No engaño a nadie, esto no es una búsqueda enredada de un perfil de izquierda, estoy solo frente a mi notebook escribiendo por no dormir.
No somos todo eso que juramos ser, sino lo que el tiempo curtió con los años. No esquivo ni gambeteo la historia que me toca, soy conciente de que nada me representa, ni siquiera el nombre que me dieron mis padres, mejor que lo inmediato que hubo antes de mí y, con suerte, aquello que pueda dejar al partir.
Hoy la pelea no es en la calle. La calle no es de nadie, a veces se corta pero siempre pide política, y no la de antes, quiere trajes, corbatas y senado. Soy un soldado de Internet en un blog de cuartel, no tengo más armas que las palabras que no son dichas, dichas ni publicadas. Esta revolución es efectiva o Spam que se reenvía en cadena.

10.05.2006

Escalera

Eternos
Sonrisa
Orgasmo
Alegría
Caricia
Florece
Amantes

Rotura
Jueves
Lluvia
Retiro
Brecha
Perdón

Triste
Huída
Final
Carta
Adiós

Otro
Amor
Cómo
Tres

Era
Uno
Más

Yo
No